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          Marcos 16:15
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Marcos 16:15
EL GRAN MAESTRO Y LA RECONCILIACIÓN

Las relaciones humanas fracasan con demasiada frecuencia. Nos distanciamos unos de otros. Quien alguna vez fue nuestro amigo íntimo, con el tiempo, se convierte en alguien de quien desconfiamos. Sin embargo, una relación tan dañada se puede recomponer. Cuando eso ocurre, experimentamos el milagro de la reconciliación. Pocas experiencias humanas son tan dulces como esta.

¿En qué sentido la reconciliación constituye la esencia de la encarnación de Cristo y su papel como gran Maestro? 2 Corintios 5:16-21 ( CB ) .

Si nos sentimos bendecidos cuando recomponemos una relación con otra persona, ¿cuánto mejor debemos sentirnos cuando nos reconciliamos con Dios? En 2 Corintios 5:16 al 21, Pablo deja en claro quién es el que inicia la reconciliación: Dios el Padre ha tomado la iniciativa para recomponer nuestra relación rota con él. Y ha hecho esta obra de reconciliación “por medio de Cristo” (2 Cor. 5:18, NVI). “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo” (5:19).
No obstante, no debemos ser solo consumidores del gozo de la reconciliación; debemos aprender del gran Maestro. En su encarnación, Jesús participó de la obra de reconciliación. Y nosotros también estamos invitados a participar de ella. Dios nos ha reconciliado consigo mismo a través de Cristo. Y ahora a nosotros, junto con Pablo, se nos da “el ministerio de la reconciliación” (5:18).
Colosenses 1:15 al 20 ( CB ) es otro de los grandes pasajes del Nuevo Testamento sobre la encarnación de Cristo, que a menudo se considera un himno. La primera parte del pasaje presenta el papel de Cristo en la Creación (Col. 1:15–17), mientras la última parte se centra en el papel de Cristo en la Redención (1:18–20). A través del papel de Cristo como Creador-Redentor, Dios reconcilia todas las cosas consigo mismo. La obra de reconciliación que Dios realiza a través de Cristo es de magnitud cósmica, ya que impacta en “todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (1:20).
Si bien nunca podríamos igualar la magnitud cósmica de la obra del gran Maestro como reconciliador, se nos invita a participar del “ministerio de la reconciliación” en nuestra propia esfera (2 Cor. 5:18). ¿Podría ser que Jesús tuviese esto en mente cuando oró: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18)?

¿De qué manera práctica podemos reflejar la función de Dios como reconciliador? Es decir, ¿en qué situación actual (si la hubiese) puedes ayudar a la gente a reconciliarse?
Miércoles
Lección de Escuela Sabática